La revista Law360 publicó un artículo en el que subrayó la importancia de que los abogados no sólo mercadeen sus servicios enfocándose en la calidad de su trabajo, sino que deben considerar cómo sus personalidades influyen en la manera en que hacen sus trabajos.
“Sin importar cuán competente pueda ser un abogado, el que su personalidad encaje con la organización del cliente puede ser el factor decisivo en si el cliente permanece con dicho abogado o si acude a otra oficina”, explica el artículo.
El artículo, a su vez, enumera los cinco tipos de abogados que los clientes “no soportan”. Veamos:
El abogado “Napoleón”
Este es el abogado que “peor cae”, pues entiende que sus destrezas y conocimiento legal le permite tener un rango superior frente a su cliente, por lo que le da órdenes en lugar de consejos o recomendaciones.
Según Jerry Huang, consultor para el artículo, una característica imposible de tolerar es que un abogado piense que por sus conocimientos o destrezas no es necesario escuchar a sus clientes.
Aparte del daño que puede provocar en la relación con los clientes, este tipo de personalidad puede ser venenosa una vez el proceso legal evoluciona hasta la etapa judicial. En esa etapa, ese tipo de abogado puede colocar a un juez o jurado en contra de su propio cliente a partir de su arrogancia y condescendencia.
El abogado vacilante
Según el artículo, este es el abogado bien intencionado que se niega a ofrecerle consejo a su cliente sino que opta por proveerle los pro y contra de cualquier opción posible, poniendo el peso de la decisión sobre el cliente.
“Cuando no ofrecemos ningún consejo, no hay ningún valor. La razón por la cual estamos acercándonos y estamos contratando es para tener una opinión adicional”, explica. Estos abogados no tienen valor alguno, puesto que la persona que busca consejo legal no busca que le hagan una investigación sino que le digan lo que debe hacer.
El abogado que promete más de lo que debe
Este es el abogado que “intenta escalar al tope del mercado legal prometiéndole a sus clientes el mundo”, aunque no esté seguro que pueda dárselo.
Según el autor, todo estará bien cuando el abogado tuvo la razón, pero el no entregar un resultado esperado puede lacerar la relación abogado-cliente. Aún un buen trabajo puede ser mal recibido si no se logra lo que se prometió al inicio. Es por esto que se recomienda que aunque se sienta la inclinación de prometer a los clientes mucho, lo recomendable es que los abogados hagan un balance entre la confianza y la habilidad de proveer una evaluación realista de la situación que enfrenta el cliente.
El abogado “excusero”
El abogado “excusero” nunca ha tomado una mala decisión y siempre puede darle a sus clientes muy buenas razones por las cuales estos no recibieron el resultado deseado. Lo importante: NUNCA se debe a las decisiones que tomó el abogado. Según el autor, los clientes buscan una persona que sepa tomar responsabilidad por sus acciones.
“Todos cometemos errores, pero cuando estos abogados comienzan a ofrecer excusas ridículas en un esfuerzo por no admitir que erraron, eso provoca gran desánimo”. Según el autor, muchos abogados se sienten avergonzados por sus actos y —estando en una profesión basada en el peritaje de trabajo legal— puede ser muy difícil admitir que se cometió un error.
El abogado androide
Una forma de espantar clientes es siendo ese abogado que actúa más como un robot que como una persona. Los abogados que se enfocan sólo en lo técnico y en la investigación y no se comunican en lo absoluto con sus clientes para explicarles lo que hacen y por qué, pueden arriesgar su relación abogado-cliente. Por esto, se recomienda que no sólo se utilice el método escrito para comunicarse, sino que se utilicen métodos que ayuden a fortalecer esa comunicación y confianza.
(publicado originalmente en microjuris.com)